Estrenar cuaderno como se estrenan las vacaciones, llevarte en él los paseos, las brisas y los baños al sol, el canto de los pájaros y la algarabía de las gaviotas, el olor a pino y el olor a mar. La costa española es espectacular, desde las playas de arena dorada del Sur, a las calas y acantilados del noroeste peninsular, no deja de maravillarme tanta belleza.
Viernes, 7 de julio. San Fermín.
Mañana soleada pero no muy calurosa en el parque. Busco un sitio umbrío y fresco, recién regado donde poder pintar a la sombra un buen rato. Lejos se oyen los obreros limpiando y trabajando en la instalación de adoquines en algunas de las avenidas. Pasa muy poca gente por aquí, afortunadamente. Me sumerjo cada vez más en el sonido del lugar, los graznidos de cotorras y piar de mirlos y arrullo de tórtolas...
1. 6 de julio
Salgo al parque con la intención de buscar formas no concretas,
simplemente luces y sombras que me seduzcan, reducciones de lo que sería un
paisaje convencional, realista. Tengo la ilusión de que puedo encontrar algo más
allá de lo que estoy habituada a ver. Descubrir a través de mi cuaderno nuevas formas. Voy ligera de equipaje, una sillita portátil y una mochila con lo
básico para las acuarelas de campo.
Elijo primero este conjunto de troncos bien definidos sobre un fondo luminoso porque me sugieren movimiento, ritmo…
Después
de un paseo para estirar las piernas encuentro un banco desde donde se ve este
fragmento de jardín. Es más geométrico, y me gustan las luces que fragmentan
los setos.
De
vuelta a casa me encuentro con esta flor, no es el tema de hoy, pero no puedo
dejar de pintarla, ese rojo rabioso me atrae tanto como a las abejas que la
rondan.
