Estos días fríos de enero suelo pasear al atardecer. Los últimos rayos de sol que se filtran entre los enormes árboles del parque de Mª Luisa proyectan luces doradas y cálidas. El ambiente me transporta a una niñez de sueños e ilusiones de la mano de una amiga jugando a ser princesas por el parque del Retiro de Madrid.
Quisiera atrapar con mis pinturas toda esa vibración de luz y colores, y aunque no lo consigo, al menos disfruto deseándolo.
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